Actualizando mitos IV

                                                                                                       Sofía Aragón Mondéjar 1º bach A

El prisionero y la libertad 





Debido a su buen comportamiento, un juez dicta la libertad condicional de un prisionero, con el único requisito de no salir de la ciudad durante un mes, hasta poder concederle la libertad permanente. Durante ese plazo, el prisionero debe presentarse en comisaría una vez por semana como parte de la sentencia. Sin embargo, el prisionero, al verse libre después de tantos años recluido en la cárcel, es invadido por un sentimiento de euforia y ansia por la libertad, y, como si se tratara de un pájaro saliendo de una jaula, quiere volar muy lejos. Así pues, decide coger su coche y, excediendo los límites que se le impusieron, sale de la ciudad, con tan mala fortuna de sufrir un accidente de tráfico y morir en el acto.

Fue así como el imprudente y joven Ícaro, al no escuchar las indicaciones que le dio su padre Dédalo acerca de no aproximarse al Sol, hizo que se derritiera la cera de sus alas y se precipitara al vacío, provocando su inevitable y trágico desenlace.

En este mito encontramos dos aspectos fundamentales inherentes al ser humano: por una parte, el deseo de libertad; y por otra, la importancia de respetar los límites. Para convivir en sociedad, es necesario acatar ciertas normas, pues el no hacerlo puede acarrear desastrosas consecuencias, provocando incluso nuestra propia autodestrucción.


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