LA IMPORTANCIA DE LA REGULACIÓN EMOCIONAL





De los beneficios de conocer, regular y expresar nuestras emociones.
Conocer y regular nuestras emociones nos ayudará a prevenir y resolver muchos de nuestros problemas y a sentirnos más felices.

A menudo, muchos de nuestros problemas cotidianos se encuentran afectados por fallos en la regulación emocional, teniendo consecuencias tanto personales como sociales. Una mala contestación, un impulso repentino, la incomprensión hacia los sentimientos de otra persona o simplemente, ignorar lo que nos han dicho. De algún modo, cada experiencia que vivimos está impregnada de una atmósfera emocional que no podemos olvidar, sobre todo, si queremos ser felices y construir vínculos sanos. Ahora bien, ¿qué podemos hacer para gestionar nuestras emociones? 
La respuesta se encuentra en la regulación emocional. Se trata de aprender a mantener, aumentar o suprimir un estado afectivo en curso con el objetivo de alcanzar una meta: el equilibro emocional.
Según Rafael Bisquerra, doctor en Ciencias de la Educación y licenciado en Psicología y Pedagogía, la regulación emocional es la capacidad de manejar las emociones de forma apropiada. Y para ello, es importante ser consciente de la relación que existe entre pensamiento, emoción y conducta, además de tener buenas estrategias de afrontamiento y la habilidad de generar emociones positivas.
Como vemos, tener conciencia de las emociones y saber regularlas en el día a día son aspectos totalmente necesarios. Gracias a ello, desarrollaremos una serie de competencias y habilidades que nos ayudarán a favorecer tanto el bienestar personal como el de los demás. Profundicemos en el maravilloso arte de regular emociones.
“Cuando no podemos cambiar la situación a la que nos enfrentamos, el reto consiste en cambiarnos a nosotros mismos”.
-Viktor Frankl-

Conciencia emocional
Solo cuando seamos capaces de reconocer las emociones en nosotros,
podremos en cierto modo comprender las emociones de los demás
La conciencia emocional es el soporte inicial y fundamental para llevar a cabo un proceso de regulación de emociones.
Aprender a regular las emociones consiste en primer lugar en hacerse cargo de las mismas, aceptándolas y concienciándose de que se encuentran presentes en nosotros y en nuestro día a día, facilitándonos información.

Según Bisquerra (2009), “la conciencia emocional es la capacidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las de los demás, incluyendo la habilidad para captar el clima emocional de un contexto determinado”
Así, ser más consciente implica identificar y reconocer adecuadamente la vivencia emocional que estamos experimentando, donde la observación es una de las herramientas más importantes, más concretamente el ejercicio de observarse.
Y una vez reconocida la emoción, darle nombre. De alguna manera, ya sea verbal o no verbal, el hecho de expresar las emociones reforzará la toma de conciencia inicial.
Cuanto más abiertos nos encontremos para percibir nuestras emociones, mayor habilidad tendremos para percibir las de los demás.
Regulación emocional
La capacidad de emocionarnos nos habla de la posibilidad
de sentirnos afectados de distintas maneras.

Todas las emociones son necesarias, a la vez que es necesario legitimar cada emoción. Por lo que no hay que calificar una emoción como mejor o peor, sino que cada una expresa una vivencia emocional distinta.
Lo que resulta necesario es la distinción entre la emoción y la acción resultante o consecuente de una emoción intensa.
Sentir ira puede ser legítimo ante una situación de agresión, pero lo que no es legítimo es actuar con violencia. De ahí, la importancia de cómo  expresar la emoción y regularla.
Regular quiere decir poner en orden, buscar la medida conveniente como cuando buceamos y regulamos el aire en el tiempo que nos encontramos bajo el agua o cuando graduamos la voz al cantar. Lo mismo ocurre con las emociones.

Los beneficios de la regulación emocional
La regulación emocional es el arte de leerse a sí mismo,
desde la sinceridad
La  regulación emocional nos permitirá controlar los impulsos, canalizar las emociones desagradables, tolerar la frustración y saber esperar las gratificaciones (Renom, 2007).
La regulación emocional se dirige por una parte a moderar las expresiones que se presentan desproporcionadas o inadecuadas y por otra, se encuentra orientada hacia la motivación y visión de otras emociones menos habituales, y que conducen al bienestar.
En la mayoría de las ocasiones, el ejercicio físico, el arte o el cultivo de aficiones crean emociones que regulan y canalizan las potencialidades de las personas.
Aunque el proceso de regulación no cambiará totalmente la emoción, sí que nos permitirá introducir algunos cambios en cuanto a la duración e intensidad de la misma, ya que poder llegar a regular las emociones requiere de un gran trabajo personal y responsabilidad.
Según diversos estudios, las habilidades de regulación emocional muestran efectos positivos para la mejora de diversos dominios relacionados con el funcionamiento personal, social y laboral.
En concreto, se ha confirmado que altas destrezas de regulación se encuentran vinculadas con una mejor calidad en las relaciones sociales y bienestar subjetivo (Extremera,Fernández-Berrocal y Durán, 2003; Gross, Richards y John, 2006; John y Gross, 2004; Lieble y Snell, 2004; Salovey, 2001).
Tener conciencia de las propias emociones y regularlas, nos permitirá conocer las propias capacidades y limitaciones de nuestras vivencias emocionales.

Bibliografía utilizada:
-Bisquerra, R. (2006). Educación emocional y bienestar. Barcelona. Praxis.
-Sroufe, A. (2000a) Desarrollo emocional. México: Oxford

Este artículo ha sido verificado y aprobado por Gema Sánchez Cuevas,  el 2 octubre, 2018
Vía: http://lamenteesmaravillosa.com

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