Sofía Aragón Mondéjar 1º bach A
El prisionero y la libertad
El prisionero y la libertad
Debido a su buen comportamiento, un
juez dicta la libertad condicional de un prisionero, con el único requisito de
no salir de la ciudad durante un mes, hasta poder concederle la libertad
permanente. Durante ese plazo, el prisionero debe presentarse en comisaría una
vez por semana como parte de la sentencia. Sin embargo, el prisionero, al verse
libre después de tantos años recluido en la cárcel, es invadido por un
sentimiento de euforia y ansia por la libertad, y, como si se tratara de un
pájaro saliendo de una jaula, quiere volar muy lejos. Así pues, decide coger su
coche y, excediendo los límites que se le impusieron, sale de la ciudad, con
tan mala fortuna de sufrir un accidente de tráfico y morir en el acto.
Fue así como el imprudente y joven
Ícaro, al no escuchar las indicaciones que le dio su padre Dédalo acerca de no
aproximarse al Sol, hizo que se derritiera la cera de sus alas y se precipitara
al vacío, provocando su inevitable y trágico desenlace.
En este mito encontramos dos aspectos
fundamentales inherentes al ser humano: por una parte, el deseo de libertad; y
por otra, la importancia de respetar los límites. Para convivir en sociedad, es
necesario acatar ciertas normas, pues el no hacerlo puede acarrear desastrosas
consecuencias, provocando incluso nuestra propia autodestrucción.
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